jueves, 6 de agosto de 2009

¡Alerta! Epidemia Embarazosa


No se si se dieron cuenta de que la verdadera epidemia de este invierno son los embarazos. Amiga con la que hablo me cuenta que está esperando. ¡Parece que se pusieron de acuerdo todas para hacer el mama club juntas! Hay épocas en las que esto sucede. Al menos así me parece a mí… como si se tratara de un ciclo hormonal… o tal vez sea el agua (como dice una amiga mía gringa que está convencida que nosotras, las paraguayas somos las mujeres más fértiles del planeta).


Para las que ya cubrimos nuestros cupos de embarazos, estas épocas resultan un poco preocupantes. Porque los embarazos son un poco contagiosos y que nadie diga lo contrario. Ver a tantas mujeres radiantes, luciendo sus panzas orgullosas, inmediatamente activa nuestro traicionero instinto maternal. Ahí nomás empezás a tocarte la panza mientras soñás despierta imaginándote lo lindo que sería tener otro bebecito amoroso y sonriente.


Lo cierto es que yo por las dudas estoy ultimando precauciones. Estoy tan preocupada de no “contagiarme” con la epidemia que hasta estoy pensando en doblar mi dosis de anticonceptivos y si hace falta hasta ponerme un preservativo gigante al más puro estilo de “La Pistola Desnuda”. Yo me quedo con las tres nenas… por más que mi marido me sigue hinchando por el varoncito. En este momento, mis capacidades maternales ya no dan abasto. Es que cansan mucho los chicos, sobre todo hoy en día que tenemos que trabajar a la par que nuestros maridos, y hacerlo con pansa, náuseas y mareos no es para nada divertido. Mis motivaciones para no tener más hijos, son puramente prácticas, y tal vez hasta egoístas.


Sin embargo tengo amigas que alegan motivos mucho más dramáticos. A más de una ya le he escuchado decir: “no es el momento de traer niños al mundo… en el futuro van a haber muchas carencias…. Muchas epidemias, enfermedades, va faltar agua, todo va a estar contaminado, etc. etc.” Seguro ven demasiado de esos documentales espeluznantes que pintan un futuro terriblemente apocalíptico.


Pero igual las mujeres siguen procreando. Y no lo hacen por estar despreocupadas por el medio ambiente, ni porque su instinto maternal “egoísta” las lleva a anteponer sus deseos a ser madre a la preocupación por el futuro que les espera a sus hijos. Lo hacen por la sencilla razón de que saben que los niños son el futuro del mundo. Yo creo que en alguna de esas panzas que lucen orgullosas ahora mis amigas se están gestando grandes cerebros, que encontraran vacunas, solucionaran los problemas de polución y conciliaran la paz mundial. Nunca se sabe. Podría estar llegando el próximo Einstein, la próxima Madre Teresa o el próximo Gandhi… podría estar gestándose una semillita capaz de transformar al mundo.


Es que una panza es el depósito de miles de sueños e ilusiones que dan lugar a todo un universo de posibilidades y a los más bellos pensamientos. Las panzas son la materialización de la ternura. Dentro de ellas laten corazones, se acuna la inocencia más pura y se gestan no solo bebes sino también esperanza.

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