martes, 10 de enero de 2012

¡QUIEN DIJO QUE PAPÁ NOEL NO EXISTE!


Si me pusiera a hacer una lista de las veces que metí la pata con respecto a la existencia de Papá Noel, sería más larga de lo que se imaginan. Por suerte zafé todas las veces. La peor metida de pata sucedió antes de ser madre. Por  distraída puse una tarjeta De/Para en todos los regalos de mis sobrinitos; poniendo tía en el “De”. Por supuesto todos los sobrinos que ya sabían leer (que no eran pocos) les preguntaron a sus respectivas madres porqué la tarjetita decía de Tía Vicky, si el regalo lo traía Papá Noel. Tuve que inventar un cuento chino sobre un encuentro mío con Papá Noel en el cual le pedí regalos para ellos, pidiéndole también que les hiciera saber que venían de mi parte. Ese fue el año en el que el 80% de mis sobrinos dejaron de creer en Santa.

El año pasado, me tocó ser víctima de uno de mis sobrinos, quien por tentón (y no descarto de que haya habido alguna nota vengativa en el gesto) les contó a las tres enanas que Papá Noel no existía. Por supuesto ellas insistían que sí existía, lo que dio lugar a una encendida discusión. El muy buey corneta de mi sobrino, aventajado por su edad, daba pruebas de la inexistencia de Santa con alegatos lógicos. Les decía: “Es imposible que una sola persona recorra todo el mundo en una sola noche” y “Encima los renos no vuelan”, agregando: “¿Por qué si los juguetes los fabrica en el polo norte con sus duendes, tienen todos escritos: Made in China?”, “¿Cómo van a llegar tan rápido las cartas al Polo Norte si la escriben solo unos días antes de la Navidad?” y por último el broche de oro: “¿Cómo una persona tan gorda como él va a entrar por la chimenea?”.

Por supuesto ese día me vi en tremendos aprietos para hacer que mis hijas vuelvan a creer en Santa. Pero como buena madre ingeniosa, me las arreglé para salir triunfante. Les expliqué que los renos de santa eran mágicos y por eso volaban y que esa misma magia los hacía capaces de ir rapidísimo para repartir todos los regalos en el mundo entero y cuando ya no les da el tiempo los encarga a Amazon y éstos llegan por correo. Les dije también que antes fabricaba el mismo los juguetes, pero ahora los hace fabricar en China ya que los chinitos tienen grandes fábricas y lo hacen mucho más rápido. Les aclaré que ahora recibe mails y por eso llegan tan rápido las cartas de los niños y que en realidad son los duendes los que entran a la chimenea, mientras Papá Noel se queda en el techo pasándoles los regalos. 

A Julieta, la más chiquita, le fue fácil creer en mis explicaciones. Paulina y Fernanda se mostraban más duras de roer y me seguían mirando con cara de “me estás mintiendo”. Me di cuenta que tenía que probar su existencia con hechos indiscutibles. ¡Afortunadamente me salvó Google! Googleando encontré una página web donde permitían crear un video mensaje personalizado de Papá Noel. Se los mostré ni bien me llegó por mail. En él Santa las llamaba por sus nombres, les daba detalles de sus regalos y hasta advertencias de que se portaran bien para recibirlos. Quedaron maravilladas. ¡Papá Noel les estaba hablando directamente a ellas!

De seguro el año que viene Paulina ya no me cree ni comprándole un pasaje al Polo Norte.  Pero a Fernanda y Julieta aún les faltan un par de años para dejar de creer en Santa. ¡Pero mientras sigan creyendo, yo me seguiré esforzando en mantener viva la magia!

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