lunes, 28 de enero de 2013

La oración de los niños




No hay cosa más linda que ver a los niños rezando antes de dormir. Con sus manitos juntas repitiendo sus oraciones con sus vocecitas tan tiernas, pidiendo por la salud de sus seres queridos y acordándose hasta de sus mascotas. Lo más lindo es su fe. Porque para los niños todo es posible. Los chiquititos creen con una facilidad asombrosa hasta en duendes, hadas, Papá Noel, el Ratón Pérez y los Reyes Magos. ¡Imagínense si creen en todos esos personajes, si no van a creer en Dios! Ellos creen sin dudar que Dios les escucha y oran con una inocencia y una devoción maravillosa.

Espero que no me mal interpreten. Mi intención no es comparar la existencia de Dios con la de Papá Noel. Simplemente comparar la facilidad con que los niños creen en todo, desde seres imaginarios, hasta religiosos. Es que la fe es creer sin saber, y todo lo que nuestros chiquititos carecen de conocimiento y comprensión de este nuestro mundo tan malo y feo, ellos lo suplen con una fe desmedida.

Es tan fuerte e inquebrantable la fe de los niños que la envidio. Me gustaría creer así, sin un ápice de dudas, que Dios escucha en lo alto todas la oraciones que repetimos en nuestras mentes, que conoce y cura todos los dolores que callamos en nuestras almas y que nos protege incondicionalmente. Si bien somos los padres quienes les enseñamos a orar,  pareciera que son los niños quienes nos inculcan la fe a nosotros.

Rezan con devoción y lo que más me gusta es cuando incluyen a personas o personajes inesperados en sus oraciones. Paulina una vez rezó por el presidente, para que no sea tan malo, Julieta siempre le incluye hasta a las mascotas del vecino y las tres siempre me emocionan cuando espontáneamente piden en vos alta por alguien a quien conocen y que saben que está pasando un mal rato.

Yo cuando le veo a mis tres muñequitas rezando juntas antes de dormir me pregunto a mí misma: “Cómo no escuchar a estas oraciones de tres corazoncitos tan puros que agradecen y piden con tanta fe. “ ¡Es la imagen más tierna que pueda imaginarme, y ruego yo también que Dios escuche todas, toditas sus oraciones!

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