martes, 30 de noviembre de 2010

ESTIRONES Y REPARTIJAS



Con este cambio de estación empecé la tediosa tarea de hacer el cambio de guardarropas de las 3 enanas. Hacerlo es toda una proeza, pues implica  mantenerla a las 3 quietas y tranquilas mientras les pruebo todas  las ropitas para asegurarme que todavía les entren.

Tras constatar que mis nenas crecieron como pinos en el invierno, empiezo la repartición de las ropitas heredadas. La ropa que ya no le entra a Paulina, pasa a Fernanda y la ropa que deja Fernanda pasa a Julieta y la que deja ésta va a los más necesitados.

En esta repartija la más suertuda es Paulina ya que no hereda nada y liga siempre todas las ropitas nuevas. La pobre de Julieta  recibe las ropitas que ya pasaron por sus dos hermanas, cosa que la convierte en la más reciclada y haraposa de todas. A veces hasta me da lástima verla con la ropita tan gastada y rezurcida y termino comprándole también alguna ropita nueva para que no parezca una linyera.

Tras la repartija empiezan los remiendos, recortes de ruedo y demás adaptaciones para adecuar las ropitas a los cuerpitos de sus nuevas dueñas. Como se imaginarán, termino agotada y siempre un poco triste….

Se preguntarán porqué termino triste, aunque si son madres de seguro ya comprenden el motivo de mi tristeza. Toda esta ropa que van dejando es la evidencia más palpable de que mis bebés están creciendo.  Como el crecimiento es tan gradual y estoy con ellas todos los días, muchas veces solo me percato de lo mucho que crecieron cuando les dejan de entrar ropitas que solo meses atrás les quedaban perfectas.

Este año Paulina se pegó un estirón tremendo. ¡Los pantaloncitos del año pasado ya no le quedaban ni alargándoles los ruedos! ¡Paulina estaba encantada con estos centímetros ganados, pero yo me sentí tan vieja! Está tan alta, tan grande y pensar que parece ayer cuando cabía perfectamente en mis brazos. Me cuesta creer que pasaron 10 años desde que estrenaba mi flamante panza de embarazada.

Pero las más felices con la idea de crecer y ser GRAAAANDES son sin duda alguna Fernanda y Julieta. Fernanda me repite una y otra vez que el año que viene va a ser más alta que Paulina, algo un poco pretencioso de su parte ya que no es una nena muy alta. Pero como su hermana mayor es su ídola personal quiere parecérsele en todo, hasta en la estatura. Por su parte, Julieta me aclara una y otra vez que ya es una nena grande. Para demostrarlo se pone en puntitas de pie y estira sus brazos hacia arriba diciéndome: “Milá mami que graaande toy” absolutamente convencida de que al estirar así su cuerpo se convierte en una niña gigante.

Recuerdo algo muy gracioso que me dijo Paulina cuando tenía 5 años. Me preguntó en cuanto tiempo llegaría hasta el techo. ¡Estaba muy preocupada de que si continuaba creciendo terminaría hecha una gigante que ya no cabría en su propia casa!
Los dos añitos de Julieta la ubican en el umbral entre ser una niña y un bebé, y esto del crecimiento a veces termina confundiéndola un poquito también a ella. La otra vez me preguntó si cuando iba a volver a ser bebé. Cuando le dije que ya no iba a volver a ser bebé, pero se convertiría en una nena y más adelante en una mujer me miró desconcertada como si le estuviera hablando de trigonometría. Luego se largó a llorar porque ya nunca más iba a ser chiquitita. ¡Me entró un sentimiento de ternura tan grande y abrazándole  le contesté lo que todas las madres sentimos en el corazón: “¡mi vida vos siempre vas a ser mi bebé!”

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