martes, 20 de abril de 2010

Mami estoy aburrida….

La frase que mas detesto oír de boca de mis hijas no es ninguna grosería ni chabacanería. Es una frase totalmente aceptable y de uso común y que muchas veces está absolutamente justificada, pero me saca de quicio cuando la pronuncia un niño. Se trata de la simple frase: “estoy aburrida”.


Un niño tiene derecho a muchísimas cosas según la Declaración Universal de los Derechos del Niño, pero bajo ningún supuesto tiene derecho al aburrimiento. El aburrimiento es un antónimo de la infancia, es totalmente incongruente e incompatible con un niño. Los niños no solo no tienen derecho a aburrirse, tienen la obligación de NO hacerlo y deberían estar penados con castigo si fallan en su intento.


No se porqué, pero hacia el final de las vacaciones esta generación de niños tan adictos a la tecnología tiende a repetir esta frase cada dos minutos. Mis hijas a esta altura del verano parece que se ponen de acuerdo para tomar turnos en decirme: “Mami, estoy aburrida”. Cada vez que escucho estas palabras provenientes de sus boquitas me entra una especie de furia interna.


Estoy segura que mis hijas no son las únicas que se “aburren”, creo que se trata de una cuestión generacional. Los chicos del siglo XXI, que crecieron con internet, juegos electrónicos y Cartoon Network, ya no tienen la necesidad de tener que inventar sus propios juegos y han perdido también la capacidad de asombro que teníamos nosotros.


En realidad el aburrimiento no tenía cabida en nuestra infancia. Como solo teníamos 2 canales de televisión y los dibujitos no duraban 24 horas, teníamos que ingeniarnos para matar el resto del tiempo. Jugábamos al aire libre los clásicos juegos infantiles, los cuales alternábamos con invenciones propias. Del clásico tuka’é pasábamos a una aventuras intergalácticas en una astronave improvisada con sillas, palanganas y cartones.


Le sacábamos el jugo a cada día y era imposible que nuestros padres nos encontraran quietos o sentados y mucho menos aburridos. Bueno, en realidad el único momento en el cual nos aburríamos era cuando forzosamente teníamos que estar sentados por horas en esos interminables viajes en auto al campo o a la playa. Igual encontrábamos entretenimiento cantando canciones tontas o jugando campeonatos de “Veo Veo” o de quien encontraba más autos verdes o más bicicletas en el camino. Como nuestras opciones eran muy limitadas y no estábamos acostumbrados a estar sentados por tantas horas el viaje era un verdadero suplicio en el cual lo único que hacíamos era preguntar cada media hora a nuestros padres cuanto faltaba para llegar. Pero creo que a parte de estas largas odiseas no les hinchábamos más a nuestros padres durante el resto del verano.


Hoy en día ya no podemos llegar ni a Luque sin que nuestros hijos empiecen a preguntar cada 5 minutos la tediosa pregunta “¿Falta muuuchooo?” Seguida de un sufrido “Estoy aburrido”. Forzosamente muchos padres se han visto obligados hasta a incorporar DVD a los autos para mantener a los chicos entretenidos en los viajes largos. Si decidimos pasar las vacaciones en el campo lejos de las señales de cable, internet y telefonía, lo más probable es que a nuestros hijos no les dure mucho el encanto de explorar el monte o andar a caballo y para el día siguiente empezarán a quejarse en coro porque están aburridos. Si les prohibimos jugar con el Nintendo o les limitamos las horas frente a la tele o la computadora a fin de alentarles a que estén más activos durante las vacaciones, lo único que terminamos ganando es estresarnos durante las vacaciones que tanto necesitamos escuchando sus plagueos colectivos y sus reiterados “estamos aburridoooos”.


La verdad es que la que está aburrida y harta soy yo. Este verano he decretado que cada vez que mis hijas me digan “estoy aburrida” encontraré una forma aún más tediosa para hacerles pasar el tiempo y hacerles valorar y disfrutar su tiempo libre. Ya preparé una lista de actividades y tareas que delegaré a mis hijas cada vez que me digan que están aburridas, como juntar mangos y guayabas, bañarle al perro (que por supuesto es SU perro para todos los supuestos, salvo aquellos relacionados a su cuidado) y sacar los yuyitos del pasto. Estoy segura que si soy constante con esto esta palabra poco a poco desaparecerá de su vocabulario!

1 comentario:

carla dijo...

hagamos como una vez hizo mi mama....cometi el error de decirle que estaba aburrida y me hizo barrer toda la casa, con eso aprendi que si estaba aburrida, inventaba algo para no estarlo!!!!