lunes, 9 de febrero de 2009

Niños a bordo

Estoy agotada. Anoche Julieta se desveló. Todavía no se que le pasó a la pobrecita. Lo único que sé es que me duermo sentada. Daría cualquier cosa por quedarme en casa a dormir aunque sea una hora más por la mañana. Pero mis días empiezan a las 7:00, hora en la que me tengo que despertar para prepararles a las nenas para el cole. Luego, después de apurarlas, vestirlas y darles el desayuno nos subimos volando las cuatro al auto, Julieta aún dormida en el baby seat.

El auto se ha transformado en mucho más que un medio de transporte para mí. Es una especie de segunda casa, una desordenada oficina con ruedas de la que parece que nunca me bajo.

A la mañana todo es caos, tráfico, bocinazos y apuro por no llegar tarde. Paulina y Fernanda entran a las 8 al cole, pero para serles franca, nunca llegamos a tiempo (sobretodo desde que llegó Julieta). A las 8:15 las deposito en el cole. Luego otra vez aprieto el acelerador y me uno a la masa de conductores apresurados por llegar a alguna parte. Controlo mi agenda en el semáforo:
- Súper: falta leche y pañales
- 9:30 pediatra Julieta
- Retirar el edredón de la tintorería
- Llevar al perro a la veterinaria (ndee, me olvidé del perro, lo tenía que dejar antes de ir al súper!)
- 11:30 buscar a Fernanda (Paulina sale a las 3)

La lista no para hasta las 7 de la tarde. En cada parada armo y desarmo el cochecito. Según el día varía el destino: clases de ballet, gimnasia artística, tennis, dentista, farmacia, comprar regalos para los cumpleaños, etc. etc. Por supuesto las actividades de las nenas han ido supliendo a las mías. Me pregunto como haría si tuviera que hacer horario de oficina. Gracias a Dios trabajo en casa, traduciendo textos en los pocos momentos libres que me quedan.

Paso mucho tiempo en el auto yendo de un lugar a otro mientras peleo con las nenas para que no derramen el jugo sobre el asiento. Ser madre no solo ha monopolizado mi vida, mis horarios, mi auto (siempre lleno de migas, manchas, juguetes y artilugios infantiles), también ha monopolizado la música que escucho, pues he pasado de U2 a Barney, de Billie Holliday a Patito Feo. Cuando finalmente llego a casa, suspiro y me digo a mí misma: “¡Estudiaste 6 años de Lenguas para recibirte de Chofer!”.

Por supuesto que mi día parece no acabar nunca. En mi agenda siempre queda algo pendiente que pasa para el día siguiente. Estoy segura que todas ustedes me entienden. Su agenda no ha de ser muy distinta a la mía. Intentando encontrar siempre un huequito libre para nuestras cosas y llegando siempre tarde a todas partes. Me imagino que también tendrán días en los que a pesar de las mil cosas que hicieron, sienten como si no hubieran hecho nada significativo, como si el día se les escapó sin darse cuenta. Estarán cansadas, sin dormir, ojerosas, postergando siempre para mañana aquella clase de gimnasia que tanto necesitan pero a la que nunca llegan. Escondiendo sus manos para que la amiga a la que encontraron en el súper no vea el esmalte añejo y picado de la manicura que se hicieron hace ya más de 2 semanas.

Hoy en día las madres andamos motorizadas, de aquí para allá, llevando, buscando, trayendo y perdiéndonos mientras intentamos compaginar el trabajo con los hijos y con la casa. Empezamos cada mañana una carrera contra el tiempo, un ir y venir que parece no llevarnos a ningún lado. Pero en el fondo, se que ustedes también saben lo que yo se.

Si bien nuestros hijos ni se dan cuenta de todos nuestros pequeños sacrificios diarios ni de nuestra frustración agazapada detrás de un volante, ellos se sienten acompañados y seguros. Para ellos es importante tener a alguien que les cuida, que les acompañe en su día a día. Ellos se sienten felices de tener una madre que les protege, que les ayuda, que antepone sus necesidades a las propias. La verdad es que a pesar de lo rutinario que resulta estar tanto tiempo detrás del volante, lo hago con gusto por mis hijas. Ni siquiera me molesta escuchar veinte veces de seguido la canción de Manuelita con tal de escuchar sus vocecitas cantando detrás de mí.

1 comentario:

Anónimo dijo...

no me imagino como sera mi dia, estoy de 23 semanas de embarazo y me paso todo el dia en la oficina, me horroriza pensar que le tengo que dejar a mi bebe con otra persona.... prefiero mil veces todo ese trajin del dia, todo para estar con el.!